Martha comparte
su nombre con la finca y llora en la partida de los amigos que llegaron
siendo clientes. Así es y ya no cambia, nació con la lágrima
fácil y el corazón tierno. Rafael, su esposo es un ex
maestro de obra que supo pasar a mejor vida cuando diseño y construyo
Villa Martha con músculo y Neurona.
Es un paisa de barba
cana, espalda recia y lengua boraz. Le saca conversación animada
hasta a los mudos y a los autistas. Aunque trasnoche y al día
siguiente tenga que levantarse con el sol para recoger Café.
En estas fincas tres o cuatro horas de sueno, reparan mas que cualquier
dormilona urbana.
Ambos tienen el
escaso don de atender, de mimar, sin que se note. sin que pese su buen
hacer de anfitriones cálidos. de eso se trata. De que los turistas
que llegan a su casa tengan en seguida la sensación y después
la certeza de estar alojados en el hogar de unos amigos de siempre.
Hay un palo de Jazmín
de noche. Inodoro de día, pero al asomar la luna suelta borbollones
de perfume del que uno no puede ni quiere esconderse. Magia botánica.
Hay precintos en las tazas de los baños y cepillos de dientes
para desmemoriados. Un detalle, gracias. Hay sonatas de trinos que velan
el sueno, los pájaros nocturnos y puntuales cantan. hay colecciones
de viejas máquinas de escribir, de sacapuntas y de mascaras.
Hay un libro plagado de despedidas efusivas de visitantes que son todo
un poema, en Ingles, Francés, Alemán y español
y también en Hebreo, Japonés y Nepali. Hay limoneros,
guaduas ( una especie de bambú ), Ceibas, paz y, por supuesto
Café. Café en los cafetales y en las tazas, tinto a mares.
Juan Pablo
Zurdo
Periódico good news Colombia
Noviembre de 1998.